miércoles, 27 de septiembre de 2017

Se extiende Placa Madre 1 semana mas!!!!!



Cierre el viernes 29 de septiembre


PLACA MADRE

 
Septiembre de 9:00hs a 20:30hs

Biblioteca del Congreso de La Nación

Espacio de arte BCN
Alsina 1835 CABA

Entrada Libre y Gratuita
Se puede visitar de lunes a viernes de 9.00hs a 20,30hs




 
Placa Madre
Sobre las pinturas de Jorgela Argañaras y Damián Masotta

pero aún locos y muertos como clavos
seguirán martillando a través de las margaritas.
Florecerán en el sol hasta que el sol se funda.
Y la muerte no tendrá poder.
Dylan Thomas

Conviene empezar diciendo que esta muestra es resultado del encuentro amoroso de dos miradas profundamente vitales, apasionadas y de alto vuelo plástico y creativo. En ese encuentro, las diferentes historias de vida, cruzadas por la fuerza transformadora del arte de cada uno, se abrieron, dejando a la vista una compleja red de vasos comunicantes con su nutritiva carga. De esa intimidad atravesada partieron las obras.

También conviene saber que para que algo así ocurriese, los autores no tuvieron que guardarse nada. Dispararon sus verdades con total potencia, forjando en sus pinturas un espacio doble en el que apostaron a romper paredes, a derribar murallas de ruido y cerrazón. En estos cuadros, todos los recursos han sido puestos en acto para iluminar cada rincón. A todos lados pareciera llegar el color con su savia vigorizante.

Estamos frente a un tipo de pintura que se abre y expande como una membrana viva y que, al tiempo que ilumina y proyecta elementos, funde y sujeta otros, creando así una compleja geografía conceptual. Una especie de placa porosa hecha a pura mano, corazón y cabeza que se ofrece para ser leída por capas que funcionan en relación, rodeando al espectador. Una placa intermitente de capas circulares o anillos que por momentos ofrece la idea de un viaje disparatado, detonado por el efecto neumático de un color dispuesto con marcada gestualidad.

En su intermitencia, este cuerpo también deja ver la relación entre el color y las estructuras de contención o sujeción que aparecen con las imágenes de los árboles y las guardas laberínticas. Así, este conjunto de obras devenido cuerpo vivo, al tiempo que proyecta la poderosa carga cromática que contiene, nos sujeta en el plano de la pintura con sus enramadas y laberintos para que podamos penetrar la idea carne. Esta compleja operación pictórica, asociada al dibujo, inaugura una experiencia de la mirada, una estructura de relación que abre y origina un doble juego de miradas. Lo inquietante, lo movilizador en la circularidad del planteo, en el ida y vuelta del color y en el esquema estructural, es la otra mirada que se funda, la que parte desde la obra.

Hijas de dos espíritus críticos de marcado carácter poético, hijas de la pintura que forma pliegues de reserva en los ojos, estas obras vienen a proponernos un viaje desde lo más hondo de nosotros hacia una dimensión insondable; un viaje desde el núcleo de nuestro planeta hacia las estrellas, montados en un haz de luz multicolor, un rayo de ida y vuelta sin escalas. Tal viaje frenético encuentra, en su magnetismo, abrazos de “hermanoárbol” y arrope hecho de memoria, de lucha y de resistencia.

Esta fantástica muestra es una fiesta para los sentidos y un soplo de aire fresco y tierno en nuestro empobrecido panorama contemporáneo. Es un abrazo de madre, relumbrando con estrellas en los codos y en los pies, un regalo de nuestra Pachamama, derramándose en nosotros como una fiesta paridora de miradas, reverdeciendo la formidable conciencia de viaje perpetuo en el que la muerte jamás tendrá poder.[1]

Miguel Ronsino
Agosto 2017


[1] Dylan Thomas, Y la muerte no tendrá poder.

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